lunes, octubre 31, 2005

Caen los soberbios favoritos

A.D.F.

…Santiago Creel o Marcelo Ebrard, candidatos que de mucho tiempo atrás despuntaron en las encuestas como sucesores naturales de sus respectivos jefes, y que en cuento lo percibieron, comenzaron a actuar en consecuencia. Dejaron de interesarse en sus responsabilidades y todas sus decisiones se tomaron en función de los dividendos que les podían traer en sus metas a futuro…

Bob Russell es el vicepresidente de los Estados Unidos durante el séptimo año de gobierno de Jeff Barttlet, interpretado por Martin Sheen en la extraordinaria serie televisiva The West Wing.

Russell, como es natural, se lanza pronto como aspirante demócrata a la nominación y comienza su campaña caminando por las nubes, gozando de las facilidades inherentes a su puesto, la cobertura en medios y la popularidad de haber estado en un cargo de primer nivel durante tanto tiempo. Su ímpetu por posicionarse lo hace actuar arrojadamente, hablando de cualquier tema para crearse espacios en la televisión cuando por su investidura, ninguna necesidad tiene de meterse en controversias.

Durante la campaña, Russell atrae a muchos personajes de buen nivel a su equipo, convencidos que él es “el bueno” y que sus contrincantes servirán de sparrings. Actúa con soberbia, pensando más en enfrentar a Arnold Vinick -nominado Republicano- y tratando de hacer entender a sus rivales que les hace un favor no destruyéndolos; los invita a sumarse porque simplemente no tienen posibilidades de vencer su campaña que además tiene una cantidad impresionante de recursos.

Por otro lado, un personaje menor, un Senador de menos de 50 años, de origen latino y originario de un estado republicano, Texas, lanza su campaña. Sin dinero y con su esposa como secretaria, se aventura en búsqueda de la nominación movido sólo por un personaje que confía en poder presentar algo “diferente” a lo que los analistas daban por hecho que sería el candidato de los elefantes.

Matt Santos escala poco a poco posiciones, hace una inteligente campaña con las bases, sin poder pagar un anuncio en televisión pero con un discurso inteligente, serio y respetuoso. Nunca cae en provocaciones y se comporta caballerosamente.

A pesar de victorias menores, Santos llega a la convención Demócrata atrás en las encuestas, pero poco a poco se mueve atinadamente y gana, dando al traste a cualquier previsión.

A pesar de que esto sucede en una serie norteamericana, la historia es fácilmente símil de lo estamos viviendo en México. Russell bien pude ser Santiago Creel o Marcelo Ebrard, candidatos que de mucho tiempo atrás despuntaron en las encuestas como sucesores naturales de sus respectivos jefes, y que en cuento lo percibieron, comenzaron a actuar en consecuencia. Dejaron de interesarse en sus responsabilidades y todas sus decisiones se tomaron en función de los dividendos que les podían traer en sus metas a futuro; abandonaron a sus jefes.

Ambos fueron funcionarios muy cercanos a sus respectivos jefes y fueron tratados con deferencia, por lo que no carecieron de cobertura mediática ni de opciones para lucirse.

Su popularidad les permitió conjuntar fuertes equipos de campaña y atraer grandes cantidades de recursos para sustentar sus campañas en los medios a la vez que sus rivales las tienen que hacer a pie.

Ebrard y Creel fueron apapachados por sus jefes, solapados en sus madruguetes y apoyados por sus partidos que se han visto permisivos en algunos abusos que han cometido.

Ya en campaña, trataron a sus contendientes internos con soberbia, hablándoles como quien hace un favor (dejándolos plantados en citas, por ejemplo) y llamándolos a que declinaran pues no tenían más que hacer, la contienda la daban por ganada y se pusieron a pensar en lo que venía.

Ahora, tenemos a un Santiago Creel muerto políticamente, aplastado por un político menor como Felipe Calderón quien fue el que menos gastó del PAN, pero que hizo una campaña con inteligencia, a los públicos adecuados y se desmarcó de lo que Creel significaba.

Ebrard, por su parte, sin esperar convocatoria y sin tener trayectoria en el partido, se asumió como el ungido de Andrés López y se ha promocionado como tal. Hoy está cinco puntos por debajo en las encuestas y cayendo. Todo parece indicar que Jesús Ortega, sin ninguna experiencia de gobierno y con la vigésima parte de la promoción que tuvo Ebrard en cinco años como funcionario de primer nivel en el Gobierno del Distrito Federal, será el candidato del PRD.

¿Qué tienen en común Russell, Creel y Ebard? Que se lanzaron a la mala, abusaron de sus puestos públicos pero sin inteligencia, pensaron que por ser los consentidos del gobierno en turno les bastaría para ganar (a los simpatizantes les gusta la continuidad, no el continuismo, y salvo excepciones, repudian las imposiciones), sustentaron sus campañas en el dinero únicamente y menospreciaron a sus rivales. Hoy Russsell no es siquiera el nominado a la vicepresidencia, a Creel ya le cerraron la puerta a ser candidato a Jefe de Gobierno del D.F. o a Senador –a ver si le cae un Embajada del circuito Revlon- y Ebrard no tarda en caer.

¿Como que crecieron malcriados por sobreprotección, cariños y fracasaron a la hora de volar solos, no le parece?

alfredo.diaz.f@gmail.com

viernes, octubre 14, 2005

Abstencionismo

A.D.F.

…tras las brutales dictaduras que azotaron al continente, casi todos los países han logrado transiciones y alternancias (que no son lo mismo) que no han redituado en mejorar las condiciones de vida de nadie, al contrario, el continente se empobrece. Así, para el ciudadano de a pié, ir a depositar su voto es una pérdida de tiempo…

La democracia electoral está en crisis en América Latina. Cada proceso electoral acudimos al espectáculo en el que la mitad o más de las personas que tiene posibilidades de ir a votar, no lo hacen. Por ejemplo en el caso mexicano, estamos registrados 68 de cada 100 habitantes, pero sólo en el 2003 sólo el 36.5% acudimos a votar, por lo que la ventaja que sacó el PRI en ese proceso se la dieron sólo nueve millones de habitantes. Redondeando, ocho y media personas tomaron la decisión por cada 100 de darle la mayoría al Revolucionario Institucional.

¿A qué se debe este fenómeno? En primera lugar a que la mayor parte de la población en edad de votar somos jóvenes, los mismos que vemos en la política una actividad que lucra mucho pero hace poco por nuestros intereses; la enorme desconfianza de éste sector se refleja en alarmantes cifras tales como que sólo el 22% de los jóvenes de México se interesan en la política, cuando todos deberíamos hacerlo, pues en ella está depositada el destino de cada país. Como reza un dicho, la política es demasiado importante para dejársela a los políticos.

En segunda instancia, y quizá la más difícil de sortear, es que estamos frente a un panorama de profunda decepción de la democracia.

Tras las brutales dictaduras que azotaron al continente, casi todos los países han logrado transiciones y alternancias (que no son lo mismo) que no han redituado en mejorar las condiciones de vida de nadie, al contrario, el continente se empobrece. Así, para el ciudadano de a pié, ir a depositar su voto es una pérdida de tiempo.

Mientras para algunos no ir a votar es sinónimo de apatía y falta de interés (que no exime de responsabilidad a nadie por no hacer y dejar pasar), para otros se trata de una posición política razonada que señala la decepción por las opciones disponibles. Empero, el simple hecho de quedarse en casa el día de las elecciones tiene enormes implicaciones. El mensaje que se manda es “no me interesa, hagan lo que quieran” pues de cualquier manera, si vota uno o votan todos, el resultado es válido y se sigue.

En el año 2005 es ingenuo pensar que un alto abstencionismo va a poner en crisis al Estado y pondrá a reflexionar a los políticos. Abstenciones altas se ven en todo el mundo y es poco lo que pasa (de hecho, de acuerdo a algunos estudios, en occidente el promedio de participación es de apenas el 50%, el cual tiene despuntes cuando se prevé la posibilidad de importantes cambios); ya superamos esa línea, se necesitan otros caminos.

Así, despunta la opción del “voto blanco”. En Ensayo Sobre la Lucidez, José Saramago imagina una sociedad participativa que sí pone en crisis al Estado cuando todos deciden acudir a depositar su voto en blanco. Se trata de darle la vuelta a las cosas y manifestarse en el mismo terreno de los políticos que decepcionan.

El mensaje de votar en blanco es radicalmente opuesto al de quedarse en casa. Se está diciendo “sí me interesa pero no lo que me ofrecen”.

Tener la posibilidad de manifestarse de este modo sería muy interesante, incluso en España se propuso hace unos meses que si más del 30% de los votantes lo hacían en blanco, el proceso se repetía, es decir, se atendía la inconformidad ante las opciones, pero esto sólo se puede lograr haciendo el llamado de atención a través de la participación y no del supuro desinterés.

En los próximos 10 meses Chile y México cruzarán de nueva cuenta la prueba de elegir presidente. En el país sudamericano Michelle Bachelet enfila para convertirse en la primera Jefa de Estado del cono sur; en México no se puede pronosticar resultado alguno. Pero en ambos casos, nos quedemos en casa o no, la realidad seguirá su curso y de entre un contadísimo número de personas saldrán nuestros presidentes. Mejor será decir “yo no voté por él, pero voté” o “yo voté por él, y soy responsable de mi decisión” que no haberlo hecho.

Mientras los ciudadanos no contemos con la posibilidad de manifestar nuestra inconformidad con los candidatos a través del voto en blanco, deberemos seguir asumiendo la responsabilidad de elegir entre las opciones presentadas, pero siempre trabajando por la construcción de los espacios que necesitamos, trabajando para exigir, trabajando por lo que sea. Si está convencido de verdad por un partido o candidato, apóyelo, si no, busque con el que más se identifique o “al menos peor”, pero vote. No podemos cerrarnos e ignorar los sucesos, en todos los casos, la peor decisión es no votar.

A pesar de todos los males de nuestras elecciones, es la democracia el sistema que tenemos, es el tema de hoy y, por lo tanto, ningún debate político serio puede ignorarla ni dejar pasar señalar sus enormes defectos, por eso no es ocioso el tema.

...y a pesar de todo, tanto como ayer y tanto como mañana, la máxima de Winston Churchill sigue vigente: La democracia es el peor forma de gobierno… con excepción de todas las demás que se han intentado de tiempo en tiempo.

alfredo.diaz.f@gmail.com

lunes, octubre 10, 2005

El acuerdo Slim

A.D.F.

…¿a fin de mejorar la repartición de la riqueza estarán dispuestos a que se ponga límites a sus privilegios y a la voraz acumulación de dinero?, ¿a que la ley sea pareja para todos?, ¿a competir libremente sin salvaguardas de ninguna especie?...

Cuando la estabilidad macroeconómica ya no alcanza y existe un enorme vacío de propuestas y acuerdos en torno a objetivos más o menos comunes de parte de los partidos políticos, surge el espacio para que nazcan propuestas como el Acuerdo Nacional para la Unidad, el Estado de Derecho, el Desarrollo, la Inversión y el Empleo firmado el jueves pasado en el Castillo de Chapultepc.

Junto con el acuerdo firmado el 26 de septiembre por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo al lado de sindicatos y organizaciones ciudadanas afines a formar parte del “gran frente de izquierda”, llamado Coalición Ciudadana Nacional por la Transición Democrática con Justicia y Equidad, se trata de signos de preocupación de grandes sectores que, desde su particular punto de vista, ven al país atrapado por la falta de rumbo para concretar los avances de la democracia electoral en desarrollo y justicia, que desactive el potencial conflicto que significa la creciente desigualdad en la distribución de la riqueza.

Sin embargo, el acuerdo firmado en el alcázar del Castillo de Chapultepec a convocatoria del hombre más rico de América Latina, Carlos Slim Helú -con una fortuna calculada en los 23 mil 800 millones de dólares según la revista Forbes-, destaca tanto por su visión como por lo que significa en términos políticos.

La influencia de Slim, así como del centenar de los empresarios más ricos de México que acudieron al evento, pone al Acuerdo Nacional para la Unidad en el papel de “mapa de ruta”, la delineación del proyecto de país que ellos quieren independientemente de quien llegue a la presidencia el año entrante.

Se trata de 12 cuartillas que entre decenas de buenos deseos, frases políticamente correctas y lugares comunes, dejan en claro los puntos de referencia que el capital demanda se respete o incrementen para favorecer su función.

Son postulados que por sí mismos no son objetables, pues nadie puede criticar el deseo de garantizar la seguridad física o que el gobierno debe mejorar los servicios públicos, por ejemplo. Sin embargo el Acuerdo Nacional para la Unidad nace desde la visión triangular del capital, es decir, apostar a la punta de la pirámide para su prosperidad (lo que requiere que el gobierno favorezca su operación) y esperar que con ello el bienestar se escurra a la base.

El Acuerdo Nacional para la Unidad no es un programa operativo, sino la descripción del puerto al que el país debe llegar desde el diagnóstico que los hombres del dinero hacen de dónde estamos. Y para movernos hay que hacerlo en barcas separadas: el gobierno a salvaguardar los bienes, la seguridad y a proveer el marco legal adecuado a sus intereses, y el capital a invertir.

Es destacable que el Acuerdo Nacional llame la atención en la necesidad de sumar esfuerzos en torno a proyectos comunes, que reconozca que existen obstáculos que han impedido a México crecer al ritmo de otras naciones e insertarse adecuadamente en la realidad global, pero ¿cuántos de esos obstáculos están ahí precisamente porque los empresarios los han puesto?

El Acuerdo Nacional no menciona qué están dispuestos a sacrificar los hombres del dinero para que el país avance ni qué intereses permitirán que se trastoquen en reformas legales. El ejemplo más claro es que en todo el documento nunca se menciona la necesidad de abrir a la competencia a los medios de información, ni la responsabilidad social que estos tienen.

¿A fin de mejorar la repartición de la riqueza estarán dispuestos a que se ponga límites a sus privilegios y a la voraz acumulación de dinero?, ¿a que la ley sea pareja para todos?, ¿a competir libremente sin salvaguardas de ninguna especie?

El documento –que evita hablar de reformas al Estado-, ignora así mismo la urgente necesidad de integración de los grupos vulnerables o discriminados, y aún así, se presenta como “nosotros, la sociedad civil” cuando en la práctica su representatividad es limitada y el documento nunca fue puesto a discusión como para obtener un producto incluyente a intereses varios.

Del Acuerdo Nacional –que queda así como una clarísima muestra de poder de los empresarios-, hay que celebrar el hincapié en la necesidad de acciones a mediano y largo plazo más allá de los intereses de partido o sexenales y de insistir en mejoras necesarias en diversos campos, empero, para que trascienda deberá superar la etapa de los buenos deseos, ponerse en acción.

Pero de eso a que sea nacional, incluyente y en beneficio de todos…

alfredo.diaz.f@gmail.com

martes, octubre 04, 2005

Que se pare la pelea

A.D.F.

…Santiago Creel ya pasó por las etapas en donde se suponía que iba a tener mayor apoyo, pues los estados que votarán en 20 días son lo de estirpe panista, aquellos que le dieron al PAN sus primeros triunfos y que, por lo tanto, en la búsqueda de salvaguardar a su partido, se inclinarán por Calderón…

Cero y van dos. El domingo Flipe Calderón, el hijo malcriado de la administración Fox, la hizo de nuevo, y con mayor ventaja que la obtenida hace tres semanas, se embolsó sin lugar a discusiones, la segunda etapa del proceso interno panista para elegir a su candidato a la presidencia de la república.

La ventaja de Calderón sobre Santiago Creel fue contundente: 15% lo que le significó al michoacano, obtener uno de cada dos votos de los afiliados a ese instituto político y sin embargo, no es suficiente porque Creel está empeñado en llegar hasta el despeñadro pudiendo dar vuelta ahora y regresar a casa.

Es paradójico que la victoria tan holgada y demostrada dos veces de Flipe Calderón, no hayan bastado para detener ya la pelea. Y no ha ocurrido así, porque el segundo lugar se niega a declinar sus ya esfumadas aspiraciones de ser candidato en una clara muestra de falta de congruencia, ya que Santiago Creel pidió pocos días antes de la primera ronda que si alguno de los contendientes obtenía del 15 al 20 por ciento de ventaja, los demás debieran declinar. Lo mismo lo reiteró el pasado viernes, cuando invitó a sus contendientes a sacar cuentas si valía la pena seguir sometiendo al partido a la tensión después de que hubiera un claro ganador tras dos etapas (obvio esperaba ser él, así lo ha soñado cinco largos años)

Ahora lo hay (lo fue desde la primera votación), se llama Felipe Calderón y aún así el PAN sigue enfrascado en la telaraña de su propia creación, un proceso innecesariamente largo, desgastante pero que al menos les ha ganado visibilidad, en parte gracias al resultado poco esperado.

El día de ayer por la noche, los dos punteros de la contienda tuvieron una entrevista en el noticiario televisivo de Joaquín López-Dóriga en el que se le preguntó a Creel por qué no declinaba en este momento en que la contienda está definida. El ex secretario de Gobernación argumentó que aún faltan por votar el 40% del padrón del partido y que ellos también tienen derecho a decidir. De acuerdo, es un argumento válido.

Pero las pregunta son, ¿de verdad cree que puede ganar?, ¿qué busca al seguir en la contienda?, ¿qué quiere demostrar?

Una breve revisión a los datos del padrón blanquiazul, nos devela que la mayor parte de los votos obtenidos por Creel provienen de los adherentes (conformado en importante número por advenedizos, jóvenes e inscritos para el caso); los militantes prefieren a Felipe Calderón. Siendo esto así, Santiago Creel ya pasó por las etapas en donde se suponía que iba a tener mayor apoyo, pues los estados que votarán en 20 días son lo de estirpe panista, aquellos que le dieron al PAN sus primeros triunfos y que, por lo tanto, en la búsqueda de salvaguardar a su partido, se inclinarán por Calderón.

Otro factor que permite anticipar la tercera victoria del ex presidente del PAN es que con las dos anteriores, resulta muy poco probable que una cargada en su contra funcione. La gente busca subirse al tren ganador y ese es claramente Calderón, ¿por qué motivo se habría de apoyar a un claro perdedor?

Otro argumento esgrimido en la entrevista de ayer por Creel, es que afirma ser él quien puede ganar al exterior del partido contra el PRI y el PRD. ¿Cómo puede suceder esto si ni con el apoyo oficial, la visibilidad de su cargo por cinco años, la costosísima campaña de medios y el apoyo abierto de decenas de presidentes municipales (como el de Tantoyuca, Veracruz) y amarres al más alto nivel pudo ganar un proceso interno al que llegó con ventaja de 3 a 1?

La insistencia de Creel en continuar, y lo vimos este domingo, lo único que acarreó, lo que con seguridad se repetirá en la tercera ronda, son ataques de otros partidos en torno a ciertas practicas para acarrear votos, lo que golpea el mayor patrimonio que Santiago Creel ha querido explotar, la legalidad y la honestidad.

Creel pasará a la historia del proceso electoral del 2006 como el gran perdedor pues no tan sólo debió haber sido el candidato del PAN, sino que lo debía demostrar con holgura y contundencia, y en lugar de eso, perdió con holgura y contundencia. Y continuar con las dos estepas pendientes, sólo lo arrastra a un escenario perder – perder. ¿Por qué no negociar ahora una declinación honorable que le pueda obtener beneficios aunque sean mínimos?

El pronóstico para el próximo 23 de octubre es que, aunque decline Alberto Cárdenas a favor de Creel (opción ya poco viable por el estado tan deteriorado de su campaña y porque nada garantiza que los que lo apoyen lo hagan con el que va perdiendo), este perderá por un margen aún mayor que el del domingo. Empero, es difícil decir si Creel se empeñará en continuar con la segunda vuelta de la elección, si ya no será necesaria al conseguir Calderón el 50% de los votos totales, o si al fin, demasiado tarde, decide reconocer que su carrera política terminó hace un par de meses.

alfredo.diaz.f@gmail.com