martes, diciembre 27, 2005

A un paso del 2006

A.D.F.

…la rudimentaria y absurda maniobra para sacar a Andrés Manuel López Obrador de la promiscua carrera presidencial que cumple ya dos años, nos dejó las más importantes lecciones del año, las cuales, una vez pasado el trago amargo, parecen ser alentadoras…

2005, un año más que termina y que nos obliga a hacer un corte de caja para revisar los pasos andados. Vislumbrando el 2006 a proyectar el futuro por esa necesidad tan humana de dibujar imágenes para enfrentar la incertidumbre por senderos más o menos previstos.

2005, el año del desafuero. La rudimentaria y absurda maniobra para sacar a Andrés Manuel López Obrador de la promiscua carrera presidencial que cumple ya dos años, nos dejó las más importantes lecciones del año, las cuales, una vez pasado el trago amargo, parecen ser alentadoras.

Con el desafuero descubrimos que el ciudadano de a pie no es tan ajeno a la vida política, que no se le puede pisotear infinitamente y que es capaz de apropiarse y sentirse parte de un proyecto que, mal que bien, es el más prometedor en una primera lectura.

Ese ciudadano común que salió a marchar como millones más en dos ocasiones, dejó en claro que su participación política va a ir de hoy en adelante, más allá del llamado a votar de cada tres años, más allá de las despensas y costales de cemento. Pero más importante aún, más allá del abuso de las autoridades.

AMLO tiene ahora sobre sus hombros una enorme responsabilidad de la que no puede rehuir, porque su defensa encabezada por el pueblo genera costos y compromisos que deberá honrar si se concreta su eventual victoria en el 2006.

2005, el año del sepelio del sexenio de Vicente Fox. Con 11 meses más por delante, la administración Fox terminó con el último tema en el que aún no había defraudado: la corrupción.

Las historias sobre el enriquecimiento inexplicable (muy explicable) de los hijos de su esposa y la construcción de un rancho a expensas del erario público y bajo el cuidado del Estado Mayor Presidencial -que es un talante más de los desvaríos de la pareja presidencial-, fueron el colofón de un gobierno que ni en ese tema, aunque fuera uno, pudo cumplir.

El presidente Fox dejará ya en menos de un año Los Pinos, rodeado de sombras y habiendo apagado él con su esposa, con la última luz que le pudiera haber servido para plasmar su legado.

Vicente Fox pasará a la historia (si nada extraordinario sucede el año entrante) como un presidente que hizo lo más importante de su gestión, antes de asumir el cargo: sacar al PRI de la presidencia.

Manuel Bribiesca es junto con Arturo Montiel, el punto de encuentro de lo más nauseabundo del PRI con lo que supuestamente fue “el cambio”. Ambos encarnan hoy la impunidad consensuada en las altas esferas del poder, la continuidad de la corrupción institucionalizada, del nepotismo como práctica corriente.

Sin duda el año que viene estará marcado de hito en hito por el tema electoral. Los actores están definidos, con posiciones más o menos claras en cuanto a su punto de arranque en los próximos meses en una competencia perfectible pero que se ve vigorosa. Persistente, sin embargo, una sombra de la incertidumbre ante un escenario inédito.

La transición del 2006 será la primera en su especie. Si bien en el 2000 el cambio no tuvo sobresaltos, eso no es garantía de que por de foul pasaremos la que viene del mismo modo. Los fiascos de 1982, de 1988 y de 1994 fueron responsabilidad de lo hecho y no hecho por quienes dejaban el cargo. Que el 2000 lo viviéramos de manera armoniosa fue el resultado de un trabajo sostenido de un aún invalorado Ernesto Zedillo. Cabe entonces preguntarnos ¿qué está haciendo Vicente Fox para cumplir con una transición ordenada y estable como la que él recibió? Es preocupante la lectura del discurso presidencial que da por sentado que si ya funcionó una vez, lo hará de nuevo.

En 2006 probablemente México se unirá al viraje que Latinoamérica está viviendo hacia gobiernos de izquierda (no todos del mismo origen ni con el mismo discurso). Si bien es comprensible que exista un clima de preocupación por el evento, el cual ha sido alimentado permanentemente por apocalípticos pronósticos, no existen señales que nos indiquen que estamos acercándonos al precipicio. Episodios tan ríspidos y peligrosos como el del desafuero, demostraron que por muy profundo que fue el encono y la división en la sociedad en dos bandos, se pudieron mantener los cauces pacíficos e institucionales.

Algunos de los eventos que marcaron el 2005 serán los que determinarán el año que vamos a comenzar. Otros nuevos surgirán porque siempre hay un amplio vacío que la incertidumbre y la sorpresa llenarán.

No hay plazo que no se cumpla ni fecha que no llegue y en una horas más cruzaremos la frontera del mítico 2006.

No me resta sino agradecer la lectura paciente de este espacio. Agradezco infinitamente sus comentarios y espero seguir contando con el favor de su atención.

El fin de un año no representa el fin de una era "Nothing's changed on New Year's Day" escribió Bono hace 21 años, y es verdad, nada cambia en Año Nuevo. El tiempo lo hacemos racional con su medición, pero estas son tan subjetivas como lo más. Terminar con un año sirve de “corte de caja” para hacer un balance. Deseo que el suyo sea positivo, y que el del próximo año sea infinitamente mejor. Gracias y feliz 2006.

alfredo.diaz.f@hotmail.com